El ritmo tanguero fue mi emoción
en aquel Buenos Aires de esplendor,
y recordar la época de mi flor
me hace latir con fuerza el corazón.
Cuando oigo llorar al bandoneón
añoro el bodegón con el cantor,
y esas calles teñidas de color
entre yuyos y el fango del zanjón.
El tiempo ya ha borrado ese portón,
pero aún mis ojos detrás de un velo
ven los carros entrar al corralón.
Y si hoy al elevar la vista al cielo
veo una piba asomada a un balcón,
una serenata remonta vuelo.
Finalista X Concurso de Sonetos. Por una sonrisa un cielo.
Incluido en el libro: Dulce melodía.
Mundo Escritura. España. Febrero 2024.
No hay comentarios:
Publicar un comentario