Arreando su ganado y controlando
escapadas,
va el resero cabalgando, montado en su
tobero.
Con mirada muy atenta y con el brazo
fornido,
piala firme con su lazo, a un toro
fuerte y artero.
Lo maltratan los vientos, en larga y
fresca jornada,
y con poncho de abrigo, sigue al trote
con su apero.
Muy lento recorre la huella, hasta que
llega la noche
y detiene su marcha, bajo el rocío
campero.
Su fiel caballo resuella ahogando su
cansancio,
entre cantos de grillos y algún
mugido postrero.
En esa fría noche, mientras busca su
refugio,
su mano afirma el ala, del sucio y
viejo sombrero.
Y ya al despuntar el alba sigue
guiando al rebaño
por las inmensas pampas, hasta que
surge el lucero.
El camino va aclarando y con piernas
afirmadas,
apura brioso el tranco, con destino al
matadero.
En esa vida ambulante arreará muchas
reses,
con algún amor de paso, al transitar
el sendero.
Hasta que al fin la muerte, como a un
toro retobado,
lo piale fiero en su lazo, al bravo
gaucho resero.
Finalista
VII Concurso Poesías. Viajes.
Incluido en el libro El poeta y el jardín.
Creatividad
Literaria. España. Agosto 2022.