La vecina semioculta detrás de la ventana
¡Al fin
vuelven! Estos chicos se creen que están viviendo en la Ciudad, olvidando que este es un
barrio humilde pero decente y acá no se acostumbra llegar a estas horas de la
noche. De ella no lo puedo creer, una chica de su casa estudiosa y aplicada y
tan modosita que parecía. ¡Pobre de mí!, tenerla que verla en minifaldas
montada en una motocicleta, teñida y mostrando todo, con si fuera una modelo de
la tele.
Él es
un mequetrefe mal parido y… me parece que está borracho. ¿Que busca de esa
chica? Este mocoso solo le puede ofrecer miseria. Si ella fuera más recatada podría
ser una reina con un buen partido como el hijo del comisario, que le anda
arrimando el ojo. ¡Que vergüenza! Porque estas descaradas se casan en la
Iglesia y se visten de blanco después que pecaron y ¡vaya si pecaron! Total se
confiesan y el cura les perdona todo, dándole la hostia como si nada.
Que veo…
¿Se despiden sin un beso? … ¡Claro! ya se cansaron de revolcarse haciendo el amor
y ahora están enojados… ¡Ya vas a llorar
esta noche el desengaño nena! … Bien lo se yo, que ya bebí mis años y me quedé
para vestir santos.Mañana a la mañana le voy a contar todo a su madre para que
actúe con firmeza. Pero… ¡Estas madres modernas!
ahora son muy cómodas y ya no controlan a sus hijos como antes. Ni que hablar
de su otro hijo que se la pasa en el boliche con sus amigotes, sin hacer nada
en todo el día.
Si yo
fuera la madre sí que irían bien derechitos…¡Un poco de rigor! eso es lo que le
hacen falta a esos chicos.
Él en el
infierno
Al dejarla esta noche en su casa, ví una sombra en la ventana de la vecina y
comprendí que nos estaba espiando. Por esa vieja chismosa todos conocían en
ese barrio mi noviazgo y andanzas con ella, pero ahora eso no tiene ninguna importancia
para mí. Al atardecer habíamos ido a hacer el amor en mi motocicleta, al
departamento que un amigo me prestaba en el centro y yo había bebido bastante.
Antes de regresar fue cuando ella me contó que estaba embarazada y que deseaba
tener la criatura.
Mi reacción ni yo mismo la esperaba, posiblemente haya
sido la sorpresa, el hecho que realmente no la quería o la sospecha que ella lo
había hecho a propósito para atraparme. Con mi espíritu envuelto en la bebida,
le respondí que no quería saber más nada con ella, que no era hijo mío y que
nunca lo reconocería y le mentí que estaba enamorado de otra.
Mientras ofuscado y medio borracho la conducía a su casa,
pensaba que debía fugarme del barrio cuanto antes, porque aunque no lo
reconociera, todos sabrían que era el padre de ese chico. Tomé conciencia que
las habladurías en ese barrio donde todos se conocían serían infernales, pero a
mi eso no me importaba, sólo pensaba en huir de su hermano, que con sus amigos
del boliche, seguramente me tratarían de matar si no me casaba con ella.
El enojo seguía luego envolviendo mi mente mientras
regresaba esa noche a mi casa después de dejarla, cuando no me di cuenta en la
oscuridad que el pavimento estaba mojado, patiné con la moto y sin los reflejos
necesarios por mi estado de embriaguez, me estrellé contra un árbol.
Y ahora la irritación me sigue acompañando acá en el infierno,
junto a este calor insoportable que me envuelve, cuando veo esa sonrisa cínica
de ella contemplando mi cuerpo destrozado.
Ella en el lugar del accidente
Al
entrar en mi casa anoche, atisbé la silueta en la chismosa de mi vecina en su ventana, dado que por esa vieja charlatana del barrio todos conocían mi noviazgo y mis
andanzas con él. Sin embargo, en ese momento no tenía ninguna importancia y ya
nada valía la pena. Fui hasta mi cuarto y me encerré, porque él me había dejado.
Antes
de regresar él estaba muy alegre y ya había bebido bastante y fue allí cuando me
decidí a contarle que estaba embarazada y que deseaba tener la criatura. La reacción
que tuvo no la esperaba, porque repentinamente se puso serio y me dijo que no
quería saber más nada conmigo, que no era hijo suyo, que nunca lo reconocería y
que estaba enamorado de otra.
Cuando nervioso
me conducía a casa en la moto, tomé conciencia de lo ruin y mezquino que era y que
si tenía el chico sin un padre, las habladurías en el barrio conmigo serían
infernales. Pensaba que lo mejor que podría hacer sería abortar. De pronto, envuelta
en estas reflexiones sonó el teléfono y cuando atendí era mi hermano,
diciéndome con voz apesadumbrada que mi novio había tenido un accidente y que
me pasaba a buscar para llevarme con su
moto.
Al
llegar allí, pude ver en la oscuridad lo que había sido su moto y su cuerpo destruido.
Algunos curiosos comentaban que al parecer había bebido demasiado, lo que hizo
que patinara y chocara contra un árbol y era cierto, pero además había discutido
conmigo, aunque eso último sólo yo lo sabía. Ahora él estaba muerto y no me
importaba para nada. Traté de pensar con calma y de pronto, cuando mi hermano me
trató de consolar con la mirada, lo comprendí todo y no pude evitar esbozar una
sonrisa perversa. !Que suerte había tenido!
¡Me había
salvado! Para esa gente chismosa yo que siempre hubiera sido una despreciable mujerzuela
abandonada con su hijo, ahora sería una novia destrozada por la fatalidad, que
Dios la compensó con el fruto del amor en sus entrañas. Y aquella insinuación
que el otro día me hizo el hijo del comisario, creo que la voy a mirar con
otros ojos.
Diploma
participación destacada:
5º Concurso Literario
"Cuéntanos tu Cuento”
Biblioteca
Pública
Municipalidad de Chimbarongo.
Chile . Septiembre. 2012.