El viejo sheriff estaba muy delgado y con los años caminaba algo encorvado. Hacía mucho tiempo que permanecía en ese cargo y estaba perdiendo el respeto de la gente del pueblo. Por ello, aquella tarde a fin de que los vecinos cambien de opinión se dirigió al Saloon, pidió un vaso de whisky y desafió a un peligroso bandolero que había regresado para continuar con sus fechorías y que estaba sentado a un costado de la barra.
Decididos a enfrentarse, salieron rápidamente a la calle principal ante la expectativa general de los parroquianos. El sheriff había buscado expresamente retar a duelo a ese sujeto que tantos problemas había causado al pueblo en muchos años. Estaba seguro que si lo mataba en la porfía, a partir de aquel momento la gente volvería a reconocer su valía.
Ya en el medio de la calle desenfundaron como un rayo los revólveres y el sheriff logró matar a su rival con un certero disparo en la cabeza.
Después de enterrarlo, algunos vecinos dijeron que el viejo sheriff había tenido mucha suerte ya que el tiro del bandolero le hizo volar el sombrero, pero sin hacerle ningún daño a su cabeza. Otros dijeron que había errado, porque estaba tan borracho que le había temblado el pulso al disparar. La verdad era que solo el Sheriff conocía el secreto de que el bandolero sufría el mal de Parkinson.
Finalista IX Concurso de Cuentos breves. El color del invierno.
Incluido en el libro: Niña de invierno.
Creatividad Literaria. España. Febrero 2024.
No hay comentarios:
Publicar un comentario