Hermosa y elegante, la princesa sonreía a los invitados con su blanco vestido de novia. Todos la miraban cuando salía caminando desde el altar de la Iglesia, erguida y orgullosa del brazo de su príncipe. Pero al encenderse las luces de la Iglesia, se diluyó junto con las penumbras aquel ensueño romántico de esa ajada y triste mujer. Debía efectuar la limpieza del piso, porque comenzaba un nuevo día de trabajo.
Finalista XI Concurso de Microrrelatos. La mujer mueve al mundo..
Incluido en el libro: Manos que mueven mundos.
El Muro del Escritor. España. Abril 2025.
No hay comentarios:
Publicar un comentario