jueves, 21 de noviembre de 2019

Dependencia tecnológica

Había una vez un niño que el día de su cumpleaños les pidió a sus padres que le regalaran su primer celular. Al niño le gustó mucho ese regalo, el que siempre lo acompaña en su vida y es un elemento que le resulta indispensable para desempeñarse en esta sociedad moderna, donde el que no tiene celular no existe.
A partir del momento que se lo regalaron, el celular le gustó, porque lo usó para divertirse con los jueguitos, hablar, enviar mensajitos, chatear, sacar fotos y mandarlas por Internet a sus amiguitos, escuchar música, saber la hora o usar el buscador para conocer alguna información importante o la respuesta a algún interrogante. Además, le permitió contar con la seguridad de estar siempre comunicado con sus padres.
Pero también a partir de ese día no le gustó el tener que estar dependiente de él. Tuvo que acordarse de decirles a sus padres que le paguen las tarifas, programarlo, recordar las contraseñas, cargarle la batería, buscar afanosamente los vínculos de Internet para conectarse y tener muchos disgustos al recibir llamadas o propagandas molestas e innecesarias. Además, tuvo que tomar prevenciones para no perderlo o que se lo roben, y debió tratarlo con mucho cuidado y delicadeza para no deteriorarlo o que se le caiga al suelo.
El niño ya nunca podrá olvidar aquel día de su cumpleaños cuando sus padres le regalaron su primer celular. A partir de ese instante ingresó muy gustoso en la era digital de este nuevo mundo globalizado, pero como contrapartida deberá estar dependiente de él durante el resto de su vida.








Seleccionado Concurso de Relatos breves.
Publicado en el libro: Me gusta, no me gusta.
Letras con Arte. España. Noviembre 2019.

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