El
anciano poeta estaba en su escritorio frente al papel en blanco, muy contrariado
porque no se inspiraba, envuelto en el silencio de la habitación. De pronto, la tinta de su
pluma comenzó a impregnar el papel con unos versos sublimes, al percibir en su
corazón la voz melodiosa de aquel amor de su vida, que provenía mágicamente del cielo.
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