Al
volver su hijo de la escuela, le contó que su nuevo maestro los
llevó al terreno del fondo y con un azadón les enseño a construir un huerto
casero. Entonces la madre pensó inmediatamente en San
Isidro Labrador, un humilde agricultor que vestido de campesino y con
un azadón en la mano, trabajaba la tierra propugnando amor al
prójimo.
—¿Cómo
es el maestro? —, le preguntó
al chico.
— Es un hombre enérgico y bien
vestido, que nos indicó las tareas a realizar, dando órdenes con un
azadón amenazador en la mano.
Publicado en el libro Huellas.
Letras Como Espada. España. Junio 2020.
Letras Como Espada. España. Junio 2020.
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