miércoles, 26 de octubre de 2016

Dicen que dicen

La vecina semioculta detrás de la ventana
¡Al fin vuelven! Estos chicos se creen que están viviendo en la Ciudad, olvidando que este es un barrio humilde pero decente y acá no se acostumbra llegar a estas horas de la noche. De ella no lo puedo creer, una chica de su casa estudiosa y aplicada y tan modosita que parecía. ¡Pobre de mí!, tenerla que verla en minifaldas montada en una motocicleta, teñida y mostrando todo, con si fuera una modelo de la tele.
Él es un mequetrefe mal parido y… me parece que está borracho. ¿Que busca de esa chica? Este mocoso solo le puede ofrecer miseria. Si ella fuera más recatada podría ser una reina con un buen partido como el hijo del comisario, que le anda arrimando el ojo. ¡Que vergüenza! Porque estas descaradas se casan en la Iglesia y se visten de blanco después que pecaron y ¡vaya si pecaron! Total se confiesan y el cura les perdona todo, dándole  la hostia como si nada.
Que veo… ¿Se despiden sin un beso? … ¡Claro! ya se cansaron de revolcarse haciendo el amor y ahora están enojados…  ¡Ya vas a llorar esta noche el desengaño nena! … Bien lo se yo, que ya bebí mis años y me quedé para vestir santos.Mañana a la mañana le voy a contar todo a su madre para que actúe con firmeza. Pero…  ¡Estas madres modernas! ahora son muy cómodas y ya no controlan a sus hijos como antes. Ni que hablar de su otro hijo que se la pasa en el boliche con sus amigotes, sin hacer nada en todo el día.
Si yo fuera la madre sí que irían bien derechitos…¡Un poco de rigor! eso es lo que le hacen falta a esos chicos.

Él en el infierno
Al dejarla esta noche en su casa, ví una sombra en la ventana de la vecina y comprendí que nos estaba espiando. Por esa vieja chismosa todos conocían en ese barrio mi noviazgo y andanzas con ella, pero ahora eso no tiene ninguna importancia para mí. Al atardecer habíamos ido a hacer el amor en mi motocicleta, al departamento que un amigo me prestaba en el centro y yo había bebido bastante. Antes de regresar fue cuando ella me contó que estaba embarazada y que deseaba tener la criatura. 
Mi reacción ni yo mismo la esperaba, posiblemente haya sido la sorpresa, el hecho que realmente no la quería o la sospecha que ella lo había hecho a propósito para atraparme. Con mi espíritu envuelto en la bebida, le respondí que no quería saber más nada con ella, que no era hijo mío y que nunca lo reconocería y le mentí que estaba enamorado de otra.
Mientras ofuscado y medio borracho la conducía a su casa, pensaba que debía fugarme del barrio cuanto antes, porque aunque no lo reconociera, todos sabrían que era el padre de ese chico. Tomé conciencia que las habladurías en ese barrio donde todos se conocían serían infernales, pero a mi eso no me importaba, sólo pensaba en huir de su hermano, que con sus amigos del boliche, seguramente me tratarían de matar si no me casaba con ella.
El enojo seguía luego envolviendo mi mente mientras regresaba esa noche a mi casa después de dejarla, cuando no me di cuenta en la oscuridad que el pavimento estaba mojado, patiné con la moto y sin los reflejos necesarios por mi estado de embriaguez, me estrellé contra un árbol.
Y ahora la irritación me sigue acompañando acá en el infierno, junto a este calor insoportable que me envuelve, cuando veo esa sonrisa cínica de ella contemplando mi cuerpo destrozado. 

Ella en el lugar del accidente 
Al entrar en mi casa anoche, atisbé la silueta en la chismosa de mi vecina en su ventana, dado que por esa vieja charlatana del barrio todos conocían mi noviazgo y mis andanzas con él. Sin embargo, en ese momento no tenía ninguna importancia y ya nada valía la pena. Fui hasta mi cuarto y me encerré, porque él me había dejado.
Antes de regresar él estaba muy alegre y ya había bebido bastante y fue allí cuando me decidí a contarle que estaba embarazada y que deseaba tener la criatura. La reacción que tuvo no la esperaba, porque repentinamente se puso serio y me dijo que no quería saber más nada conmigo, que no era hijo suyo, que nunca lo reconocería y que estaba enamorado de otra.
Cuando nervioso me conducía a casa en la moto, tomé conciencia de lo ruin y mezquino que era y que si tenía el chico sin un padre, las habladurías en el barrio conmigo serían infernales. Pensaba que lo mejor que podría hacer sería abortar. De pronto, envuelta en estas reflexiones sonó el teléfono y cuando atendí era mi hermano, diciéndome con voz apesadumbrada que mi novio había tenido un accidente y que me  pasaba a buscar para llevarme con su moto.
Al llegar allí, pude ver en la oscuridad lo que había sido su moto y su cuerpo destruido. Algunos curiosos comentaban que al parecer había bebido demasiado, lo que hizo que patinara y chocara contra un árbol y era cierto, pero además había discutido conmigo, aunque eso último sólo yo lo sabía. Ahora él estaba muerto y no me importaba para nada. Traté de pensar con calma y de pronto, cuando mi hermano me trató de consolar con la mirada, lo comprendí todo y no pude evitar esbozar una sonrisa perversa. !Que suerte había tenido!
¡Me había salvado! Para esa gente chismosa yo que siempre hubiera sido una despreciable mujerzuela abandonada con su hijo, ahora sería una novia destrozada por la fatalidad, que Dios la compensó con el fruto del amor en sus entrañas. Y aquella insinuación que el otro día me hizo el hijo del comisario, creo que la voy a mirar con otros ojos.
 



Diploma participación destacada:
5º Concurso Literario 
"Cuéntanos tu Cuento”
Biblioteca Pública 
Municipalidad de Chimbarongo.
Chile . Septiembre. 2012.

3 comentarios:

  1. Dios siempre sabe lo que hace. EL Lo soluciona todo, solo hay que tener pacienciencia para esperar

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  2. es una perversidad total,¿Donde estaba el amor?

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