El escritor estaba parado sobre el alto puente peatonal destinado a cruzar el arroyo que circundaba a su pueblo. Era el escenario del nuevo cuento de terror que estaba escribiendo, donde el protagonista principal era un ser extraño que tenía poderes mágicos y un espíritu maligno. De pronto, quedó completamente sorprendido cuando observó el cuerpo destrozado de su personaje, que tal cual lo había imaginado en la ficción, se había caído accidentalmente desde ese puente y que ahora lo miraba apaciblemente desde las aguas del arroyo.
Cerró involuntariamente los ojos para recapacitar, para asegurarse que su vista y su mente no lo habían engañado, porque quería preparar su espíritu a una contemplación más fría y serena. Al cabo de algunos instantes cuando miró de nuevo, era evidente que algo andaba mal, porque además, el personaje perverso de su obra literaria, tenía su propio rostro.
Estaba muy confundido mirando ese espectáculo, cuando repentinamente comenzó a percibir a su lado el murmullo del deslizamiento del agua del arroyo y un escalofrío, que se fue haciendo tan intenso, que lentamente iba enfriando la sangre de su cuerpo. Entonces, comenzó a sentir esa particular y ominosa sensación paralizante que produce el miedo a lo desconocido.
Fue allí cuando se despertó sobresaltado, completamente destapado y tiritando de frío, mientras la familiar imagen de su habitación, con la ventana abierta que dejaba pasar la luz del amanecer, cobró realidad ante sus ojos sobre esa cama de sábanas revueltas. Mientras lentamente la imagen del cuarto fue cobrando vida ante sus ojos, respiró honda y profundamente durante unos minutos, al comprender que todo aquello había sido solo una pesadilla.
Pero había quedado exhausto y el realismo de ese sueño aún seguía perturbando su espíritu. Se cubrió con la sábana y permaneció un largo rato sentado en la cama, mientras lentamente empezó a retornar su mente al escenario de su vida actual, y su ritmo cardíaco comenzó a normalizarse.
Fue en ese momento, cuando pensó que debería aprovechar el misterioso realismo de ese sueño, para describir con más detalles la sensación de la muerte que debería tener su malvado personaje en ese horrible accidente, a fin de darle más realce a la conclusión de su cuento. Por ello, y luego de desayunar, el escritor salió de su casa resuelto a realizar una caminata para dirigirse hasta el puente peatonal por la hermosa senda arbolada que bordeaba al arroyo, como forma de ayudar a su imaginación en el propio escenario de su historia.
Cuando llegó, el paisaje era muy bello y se paró en el medio del puente para gozar de la contemplación del arroyo desde allá arriba. Sonriendo, se aferró firmemente con las manos en la baranda, tratando de imaginar a su personaje tirado en el arroyo, mientras percibía como provenía desde abajo un suave murmullo, provocado por el desplazamiento de las aguas. Pero al mirar desde esa altura, de pronto sintió un extraño vértigo que le provocó un desvanecimiento y su posterior caída desde el puente. Al recuperar el conocimiento, empezó a escuchar claramente a su lado el ruido del arroyo, que al principio, desde lo alto, le había parecido tan sólo un murmullo.
Y entre esas rumorosas aguas transparentes y heladas del arroyo, un temor visceral lo invadió repentinamente, cuando tuvo la absoluta certeza de que su tétrico personaje lo estaba reemplazando. Evidentemente el escritor ahora era el destinado a morir, y veía al protagonista de su obra que lo miraba desde lo alto del puente, sonriendo con su mismo rostro, mientras sentía como lentamente se iba enfriando la sangre en su cuerpo destrozado.
2º Premio. Concurso de Relatos de Terror.
La Noche de los Tiempos.
Blog El Círculo de Escritores. México. Enero 2015.
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