Se interpuso una flor en mi camino
que se hallaba en el suelo acongojada,
al igual que yo estaba abandonada
y dejarla sería un desatino.
Volvía de una cita que no vino
y apenado la llevé a mi morada,
era una preciosa rosa encarnada
con un tono de color bien genuino.
Coloqué la rosa junto a otras flores
y al ver que realzaba su belleza,
pensé esfumar como ella mis dolores.
Y envuelto en ese ramo de pureza
encarnado entre aromas y colores
me hicieron olvidar a la tristeza.
Finalista VIII Concurso de Sonetos. Así te lo cuento.
Incluido en el libro: Sonido del viento.
Creatividad Literaria. España. Enero 2014.