lunes, 23 de marzo de 2020

El bosque encantado

Era un escritor famoso y tenía que confeccionar una novela sobre aparecidos que le había encomendado una editorial muy importante de la Ciudad. Como debía estar basada en hechos sobrenaturales, estuvo buscando un lugar que le brindara un ambiente adecuado para su inspiración. Finalmente encontró un pequeño y pintoresco pueblo, ubicado en un espacioso recodo de un arroyo, que bordeaba un bosque natural que se elevaba hasta las altas colinas.
El bosque era bastante intrincado, pero había sido talado en zonas cercanas al pueblo para conformar numerosos senderos con el objeto de hacerlo transitable, pero estaba bajo la influencia de alguna fuerza mágica que dominaba las mentes de los habitantes del pueblo con toda clase de cosas sorprendentes. Frecuentemente observaban que ocurrían extraños sucesos y escuchaban raras melodías o voces en el aire.
En toda la región abundaban las leyendas de ese bosque encantado con sus supersticiones. Las luces extrañas en la noche aparecían con más frecuencia allí que en ninguna otra parte y los monstruos parecían haber elegido ese lugar como un escenario favorito para sus reuniones. Se relataban muchos encuentros tétricos con espectros, así como gritos extraños y lamentaciones de almas en pena. Por muy descreído que haya sido antes de llegar a aquella región, en poco tiempo el escritor ya estaba sometido a la influencia de ese bosque encantado y comenzó a ser más imaginativo y a soñar con apariciones.
Todas estas habladurías le parecían excepcionales y a la vez le suministraban un importante material para el argumento. Sin embargo, como no estaba plenamente satisfecho, trató de buscar un hilo conductor y un personaje adecuado para su novela. Entonces, se le ocurrió contar la historia de un anciano que vivía en la pobreza en un apartado rincón del pueblo y que según los dichos de la gente había sido un aguerrido general del ejército.
Relataban con lujos de detalle que se había retirado hacía mucho tiempo, tras haber sido gravemente herido en el campo de batalla, luego de un combate en una noche de luna llena, donde fue muerto su hijo al tratar de ayudarlo con su caballo. Por suerte, luego de una larguísima y milagrosa recuperación de sus heridas, se había dedicado en su vida solitaria a la magia negra y a las artes espiritistas. Por ello, decían que se encontraba poseído de numerosos espíritus malignos.
Después de conocerlo, el escritor se hizo muy amigo del anciano y decidió que sería el protagonista principal de su obra. Luego de un tiempo de visitarlo asiduamente constató que era de carácter sumamente triste y nostálgico y que sus conversaciones versaban siempre sobre lo enigmático de todo lo que lo rodeaba. Era un personaje que estaba deseoso de partir hacia un mundo sobrenatural en la que parecía estar permanentemente sumergido, y sus relatos eran un constante encuentro con la magia y el misterio.
Sin embargo, cuando le comentó al anciano que algunos habitantes del pueblo decían que bajo la luz de la luna habían visto en el claro del bosque donde se produjo aquella batalla, a un jinete montado en un caballo blanco y escuchado el ruido de su trotar, se quedó mirándolo seriamente y en silencio durante un largo rato. Luego le pidió por favor que no le hablara más de ese asunto, porque no le gustaban esos dichos.
Si bien todas esas espeluznantes historias fueron conformando la estructura básica de su novela, el escritor estaba insatisfecho, porque necesitaba algún hecho trascendente que le permitieran hilvanarlas satisfactoriamente. Finalmente un día en que por la noche habría luna llena se le ocurrió invitar al anciano al lugar del bosque donde se mencionaba que se había producido aquella fabulosa batalla, y que ahora decían que era visitado por un extraño jinete montado en un caballo blanco.
Al principio el viejo se enojó y se negó terminantemente a esa propuesta. Sin embargo, luego de mucho insistir el escritor logró convencerlo para que lo acompañara. Le explicó que necesitaba imprescindiblemente de su ayuda, dado que consideraba muy importante incorporar una minuciosa y real descripción de aquella batalla para lograr el éxito de su novela. De ese modo, y de acuerdo a la descripción que luego hizo en su novela el escritor, ambos partieron caminando lentamente hacia allí al caer la tarde. 
En las primeras sombras del ocaso fueron bordeando el arroyo, dirigiéndose entre los árboles hasta ese lugar del bosque que era bastante cercano a la iglesia. Cuando estaban llegando ya se había hecho una noche cerrada iluminada tenuemente por la luna llena. De pronto, mientras caminaban comenzaron a escuchar a lo lejos el galope de un caballo que se acercaba. Entonces el anciano se sobresaltó y se paró repentinamente. Miró hacia adelante hacia un sitio descubierto de árboles, en cuyo centro había un pequeño pantano con agua y le pidió al escritor que se detuviera. 
Le dijo que quería llegar solo hasta allí porque era el sitio donde se había producido la batalla y le rogó que por favor no lo siguiera. Dicho eso, se adelantó unos pasos y al girar la cabeza le pareció ver que en el rostro del anciano asomaba una sonrisa triste, como si fuera una despedida. Entonces, se adelantó unos cuarenta metros hacia ese lugar y quedó de pie en actitud mística. Un momento después ante los azorados ojos del escritor apareció un jinete uniformado montado en un corcel blanco que parecía como que viajara en alas del viento, el que prestamente se colocó al lado del anciano.
En la oscuridad de la noche al principio la imagen del rostro del jinete aparecía ante el escritor como muy difusa, pero poco a poco su vista se fue adaptando a esas sombras. Fue así que bajo la luz de la luna, le pareció ver la figura del espectro de ese hombre uniformado, el que se mantuvo durante un tiempo parado junto al anciano montado en ese hermoso caballo blanco.
Observó entonces que ante una señal del anciano el jinete se apeó del caballo y lo ayudó a subir a sus ancas. Luego, ambos desaparecieron misteriosamente de su vista en forma casi instantánea. Rápidamente el escritor se acercó al lugar para verificar que lo que había visto era real y no un espejismo, pero allí solo estaban las huellas del caballo marcadas profundamente en el suelo fangoso. Era como si toda aquella visión se hubiese disuelto mágicamente en el aire.
Entonces, el escritor se dirigió corriendo rápidamente hacia la Iglesia y contó todo lo que había ocurrido. Su relato causó una conmoción en el cura y en la mayoría de la gente del pueblo que se encontraban allí rezando. Como algunos tenían algunas dudas partieron raudamente hacia el lugar. Sin embargo, sus inquietudes quedaron disipadas cuando verificaron las pisadas del caballo en el barro, pero luego de un tiempo de esa desaparición, el anciano no daba signos de vida por ninguna parte.
Todo eso causó mucho estupor en el pueblo, el que se fue incrementando porque lo buscaron intensamente por todo el bosque y el anciano jamás volvió a aparecer. Tampoco nadie vio más al caballo blanco, ni se escuchó su cabalgar en las noches de luna llena. En la iglesia del pueblo se comentó mucho este extraño hecho. Se discutió el asunto y se expusieron toda clase de hipótesis y los argumentos más atinados afirmaban que el anciano había desaparecido por medios sobrenaturales para unirse para siempre con su hijo.
El espectro del soldado montado en el caballo blanco que se llevó al anciano en aquella noche de luna llena, constituyó desde entonces un gran enigma para la gente. Este extraño aparecido provocó más narraciones y anécdotas que el propio diablo, los espíritus y todas las brujas juntas. Hoy el bosque encantado continúa allí, tan eterno como las piedras y el cielo y esa historia fantástica constituye una de las favoritas en el pueblo, sustentada por la novela que luego fuera publicada por el escritor.
Claro que nadie en el pueblo sabe que el anciano vive desde entonces en un departamento lujoso de la Ciudad, gozando plenamente de sus últimos años de existencia. Se había alejado de allí para siempre, cabalgando lentamente en una vieja mula con la que lo había llevado el escritor al lugar y con ella habían efectuado aquellas marcas profundas en el suelo fangoso junto al charco de agua.
El anciano no había sido general del ejército, ni participado en batalla alguna, ni tenía ningún hijo como afirmaba la gente. Era un hombre sencillo que conocía en detalle todas las anécdotas y misterios del bosque. Vivía solitario en ese mundo de fantasía rodeado de la extrema pobreza, sin haber practicado nunca la magia negra o las artes espiritistas. El escritor apoyado en todas aquellas leyendas había ideado esa historia fantástica con objeto de dar más trascendencia a su magnífica obra literaria.
Su exitosa novela “El bosque encantado” ya va por la décima edición y se constituyó en un best seller desde su misma aparición, con récord de ventas al público y ha sido traducida a la mayoría de los idiomas del mundo.




















Convocatorias de Relatos Taller Virtual I.
Publicado en el libro Bosque oscuro.
Beatriz Chiabrera de Marchisone 
Crusellas, Santa Fe. Argentina. Marzo 2020.

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