Habían quedado en volverse a ver al día siguiente a la misma hora y en ese mismo banco de ese inmenso parque poblado de árboles. Él concurrió a la cita a las dieciocho horas como habían quedado, pero ya estaba cayendo el sol en el ocaso en ese día otoñal y ella aún no había llegado.
Recordaba con alegría aquel encuentro de ayer, cuando ella iba apurada hablando con su celular con un bolso azul en sus manos, mientras él leía el diario. De pronto ella trastabilló en el sendero de polvo de ladrillos y el celular junto con el bolso cayeron al suelo, desparramándose las cosas de su interior. Como él se encontraba cerca, la ayudó a recogerlas envuelto en el perfume de su pelo rubio rizado.
Después, corriendo y entre risas, ella lo ayudó a recoger las hojas del diario que el viento había desparramado por el parque. Él la recordaba ahora con aquellos hermosos ojos verdes, su dulce voz y su delicada piel.
Como ya estaba oscureciendo, se paró muy apenado del banco para retirarse, considerando que ella ya no vendría, cuando apareció el empleado que juntaba las hojas caídas de los árboles. Le preguntó si ya se iba, porque estaba terminado su trabajo diario y quería recoger las que había bajo su banco.
─ ¿Es el último banco que le queda por limpiar? ─ le preguntó sonriendo.
─ No, el último que me falta es aquel donde está sentada aquella chica rubia hablando con el celular y que tiene un bolso azul a su lado ─ le contestó el empleado, señalándola a lo lejos con el dedo.
Finalista VIII Concurso de Cuentos breves. Una flor para ti.
Incluido en el libro Jardín secreto.
Creatividad literaria. España. Junio 2023.
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