En su juventud el árbol se alegraba cuando se le caían sus hojas secas en otoño. Si bien sus ramas quedaban desnudas, el paso del sol lo ayudaba a soportar el frío en invierno. En primavera, al renacer sus hojas, con su verdor lo protegían del calor del sol en verano. Pero ahora, ya viejo y enfermo, sufre al perder sus hojas secas, porque presiente que no le brotarán nuevas hojas en primavera.
Seleccionado IX Concurso de Microrrelatos.
Incluido en el libro: La primavera la sangre altera IX.
Diversidad Literaria. España. Mayor 2023.
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