Desde el mismo momento en que se casó, ella nunca dejó de hablar. Hablaba y hablaba sin cesar. Apenas lo veía comenzaba a hablar de cualquier cosa sin ton ni son. Hasta que llegó un día en que no aguantó más y la amordazó. Ello provocó que ella se ahogara con sus propias palabras. Hoy, en la cárcel, no puede dejar de escuchar a su alma en pena, quien desde el más allá, le sigue hablando de esto y de aquello.
Finalista IX Certamen de Microrrelatos. Lluvia de letras.
Incluido en el libro Vivencia.
Letras como Espada. España. Mayo 2023.
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