Sentada en un banco del parque, la anciana mostraba todos los días a la misma hora un puñado de cereal en sus manos, y como por arte de magia, surgían desde el cielo varias palomas que se apiñaban sobre ella para picotear el alimento. Hacía muchísimo tiempo que les daba de comer y le divertía hacerlo. Dicen que después que la anciana murió, durante un largo tiempo las palomas seguían apareciendo a esa misma hora, y al no verla, la llamaban con un tierno gorjeo apoyadas sobre el banco.
Finalista VI Concurso de Microrrelatos. El Muro.
Incluido en el libro Poetas de siempre.
El Muro del Escritor. España. Agosto 2021.
No hay comentarios:
Publicar un comentario