El vampiro sintió en sus brazos excitados la flacidez del cuerpo de ella al desmayarse y el apetito se hizo tormenta en su vientre. Entonces hundió sus afilados dientes en la débil carne de su yugular, embriagándose con el sabor de la sangre, madre de todos sus placeres. Y gozó hasta el hartazgo, abrazando su cuerpo junto al de ella, ignorante de que además de ser su deleite sensual, era el alimento de aquella existencia.
Seleccionado VII Concurso de Microrrelatos de terror.
Publicado en el libro: Microterrores VII.
Diversidad Literaria. España. Enero 2021.
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