Con incendios como estampas de muerte
el sol con su boca de fuego abrasa,
con ímpetu el calor global arrasa
y al espacio boscoso lo revierte.
La humanidad está afectada en masa
porque el desatino signó su suerte,
y ese verano busca hacer inerte
a la vegetación que ya es escasa.
Animales avanzan hacia el río,
ardorosos y con su piel quemada
sufriendo en un planeta moribundo.
Y con ese calor eterno e impío,
el hábitat natural se degrada
mientras el sol va derritiendo al mundo.
Finalista IV Concurso de Sonetos. Luis de Góngora.
Publicado en el libro: Haikus y Sonetos LIII.
Letras como Espada. España. Diciembre 2020.
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