Por fortuna, todavía aparece en el fútbol moderno, aunque sea de vez en cuando, algún descarado cara sucia que se sale del libreto y comete el disparate de gambetear a todo el equipo rival y se lanza a la aventura del gol. Y es en un potrero de Villa Fiorito en Buenos Aires, donde un pedacito de tierra sirvió para que detrás del polvo que siempre levantan los chicos transportando una pelota, apareciera la magia sustentada en un par de zapatillas.
Y así como de la nada, fue como en una cancha mundialista bajo el cielo azteca un cara sucia de ese potrero, tomó la pelota en el círculo central y comenzó una danza diabólica, donde fue dejando uno por uno a los defensores ingleses, mediante un vínculo invisible que unía la pelota con sus pies. Una jugada que dejó con la boca abierta a los espectadores del mundo, que no podían creer lo que estaban viendo, hasta que como en un ensueño, el arquero quedó en el piso y la pelota cruzó la raya de gol.
Una jugada magistral que hizo que un relator de fútbol diera gracias a Dios por esa obra de arte y se preguntara de que planeta había salido ese barrilete cósmico, con lágrimas en los ojos y un nudo en la garganta.
Es que en aquella tarde memorable, Diego Armando Maradona, que era ese barrilete cósmico, no había salido de ningún planeta, sino de un pedacito de potrero de Fiorito a miles de kilómetros de distancia, y esa obra maestra del fútbol había sido firmada por un cara sucia amante de la pelota y la pelota de él.
vhttps://www.youtube.com/watch?v=O8G9ytZg-bM
Convocatorias de Relatos Taller Virtual X.
Publicado en el libro: Diego eterno.
Blog Beatriz Chiabrera de Marchisone
Crusellas, Santa Fe. Argentina. Septiembre 2020.
Bien,como siempre cuñado
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