En una antigua librería de la ciudad, las malas lenguas decían que allí se daban cita las almas en pena de famosos escritores. La atendía un joven vendedor con mucha deferencia a los clientes que se dirigían a las mesas rebosantes de libros viejos o usados. Sin embargo no tenía paciencia con aquellos que se la pasaban leyendo los libros de ojito y menos con los extraños personajes que normalmente se dirigían al sótano y permanecían mucho tiempo revisando o consultando los ejemplares antiguos y agotados.
Un mediodía estaba cerrando la librería durante una hora para almorzar, cuando notó en el sótano la sombra de alguien que había entrado subrepticiamente y permanecía leyendo un libro sin haberse percatado de nada. Entonces, enervado por esa circunstancia, lo encerró con llave en ese recinto sin ventilación y con olor penetrante de humedad. Luego extendiendo sobre el mostrador un repasador, empezó a comer con parsimonia un sándwich, hasta que transcurrido un buen rato, sonrió al escuchar unos golpes desesperados en la puerta.
Al abrirla, apareció la imagen de un hombre de larga cabellera, bigotes, barba recortada y vestido como un noble español del siglo dieciséis.
― ¿Quién es Ud.? ―, le preguntó completamente sorprendido .
― Mi nombre es Miguel de Cervantes Saavedra, caballero. Estaba ojeando una vieja edición del Quijote y Ud. me ha dejado encerrado en el sótano.
Finalista V Concurso de Cuentos breves. Embrujados.
Publicado en el libro: Horas mágicas.
Creatividad Literaria. España. Diciembre 2020.
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