Para que el mundo sea más justo y equitativo, la
semilla de la solidaridad debe comenzar a florecer. Para ello, debemos abrir el
corazón con benevolencia a aquel que necesita apoyo, prodigando siempre amor y
amistad. Es necesario ser solidarios con los necesitados y no olvidar los actos de altruismo y generosidad.
Por ello, la solidaridad debe
ser como una fuerte corriente de aire y no como la suave brisa del aletear de una
mariposa
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