En su niñez, el corso estaba justo frente a la puerta de su casa y en ese día de carnaval tenía el sueño de convertirse en una adolescente. Estaba perdidamente enamorada de un chico compañero de la escuela, que siempre la había mirado indiferente y la trataba como si fuera un amiguito más.
A ella nunca la habían disfrazado y entonces, a escondidas de su madre, se pintó la boca y se pasó maquillaje de color por las mejillas. La ansiedad le carcomía el alma y cuando pensó que era el momento, se desvistió y salió al corso con sólo el antifaz. Corrió desnuda y bailó por la vereda entre las serpentinas y el papel picado. La alegría de la gente la sorprendió y comenzó a sentir que la invadía el inmenso júbilo de la fiesta del carnaval, aunque tenía una ansiedad secreta en el fondo de su alma.
Y después de un rato ocurrió lo que deseaba. El compañero de escuela se le paró enfrente completamente sorprendido y al reconocerla, con una mezcla de picardía y sensualidad le llenó el pelo de papel picado y por un momento, permanecieron quietos mirándose, sonriendo y sin hablar. Fue en ese preciso instante que ella, una niña de sólo doce años, en medio de los gritos desesperados de su madre, salió arrastrada del corso y fue encerrada en su casa durante el resto de la noche. Pero a ella eso poco le importaba, porque tenía una felicidad inmensa en el fondo de su alma. Había sentido por primera vez en su vida, que tras esa máscara, su príncipe azul la había reconocido como mujer.
Finalista XI Concurso de Cuento breve. Amor, amor.
Incluido en el libro: La calidez de un abrazo.
Creatividad Literaria. Espada. España. Octubre 2025.


 
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