En ese día soleado de verano, al ingeniero lo sofocaba un viento cálido, mientras se dirigía caminando por las ardientes arenas de la playa. Su destino eran unos enormes molinos de viento que él había diseñado y que estaban emplazados frente al mar. Al llegar, el viento fresco proveniente del mar lo reconfortó, y se detuvo para observar el maravilloso girar de las astas de los molinos.
Sin embargo, el aire se fue enfriando poco a poco cada vez más, hasta que finalmente se despertó en la madrugada en la cama, maltrecho y tiritando de frío. Entonces, se levantó rápidamente para cerrar la ventana de su dormitorio.
Luego de recuperarse, cuando se recostó nuevamente en la cama para reconciliar el sueño, comenzó a asomar en su rostro una amplia sonrisa.
El ingeniero pensaba que Eolo, el Dios del viento, estaría muy enojado con él, porque seguramente lo consideraría como un moderno Robin Hood. Es que al haber proyectado esa gran instalación, le estaba robando parte de su poderosa energía, para transformarla en electricidad y distribuirla a la gente humilde del pueblo en el que vivía.
Finalista VIII Concurso de Cuentos breves. Surcando el viento.
Incluido en el libro Amanecer.
Creatividad Literaria. España. Abril 2023.
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