viernes, 17 de julio de 2020

Eppur si muove

Era un astrónomo de los seres inteligentes que habitaban un diminuto planeta verdoso, y que volaba majestuoso dotado de los atributos que le daban sus enormes alas. Estaba indeciso en develar su hallazgo a sus intolerantes congéneres, que creían con soberbia que habían sido creados por Dios a su imagen y semejanza y que vivían en el centro del universo, porque veían que todo el cielo giraba en torno de ellos. 
En el ocaso del pequeño día, el sol ya no se mostraba en el curvado horizonte anunciando la oscuridad que fue cayendo de golpe. Se posó en la altura de una roca y se abrigó acurrucándose en sus plumas mientras escudriñaba el magnífico espectáculo del cielo estrellado en la noche. 
Entonces, hinchando el plumaje de su cuello, alzó su pico para emitir con toda su fuerza un canto sublime dirigido hacia el cielo.
Dios, he descubierto que nuestro planeta no está fijo en el universo. ¿Como hago para convencer de su error a los seres de este mundo en medio de tanta intolerancia?
Por un instante escuchó el eco de su propio canto al que nadie respondió, pero después de un momento, divisó que unas estrellas se movían en el cielo oscuro, y fue percibiendo un murmullo lejano, que poco a poco se fue haciendo voz. 
Diles “eppur si muove”, “eppur si muove”, le repetía Dios, que se reía en el cielo apoyado en las estrellas. Ya le había pasado lo mismo con un tal Galileo Galilei ante otros seres soberbios e intolerantes que vivían en un pequeño planeta azulado del universo.









Finalista V Concurso de Cuento breve. Héroes cotidianos. 
Publicado en el libro Vivencias.
Tu Concurso Literario. España. Julio 2020.


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