Una lapicera estilográfica estaba cansada de escribir historias de crímenes perfectos de un famoso escritor de vida bastante disipada. Una noche, mientas elaboraba uno de esos cuentos, el escritor se desvaneció sobre su escritorio por efecto de la embriaguez. Entonces, aprovechando esa caída, la lapicera le perforó la yugular con su afilada pluma. La policía supuso que fue un accidente, porque en la lapicera no había más huellas dactilares que las del escritor. Fue un crimen perfecto.
Finalista
VIII Concurso de Minicuentos. Cosas pequeñas.
Incluido en el libro Gotas de escarcha.
Mundo Escritura. España. Octubre 2022.
No hay comentarios:
Publicar un comentario