Arreando su ganado y controlando escapadas,
va el resero cabalgando, montado en su tobero.
Con mirada muy atenta y con el brazo fornido,
piala firme con su lazo, a un toro fuerte y artero.
Lo maltratan los vientos, en larga y fresca jornada,
y con poncho de abrigo, sigue al trote con su apero.
Muy lento recorre la huella, hasta que llega la noche
y detiene su marcha, bajo el rocío campero.
Su fiel caballo resuella ahogando su cansancio,
entre cantos de grillos y algún mugido postrero.
En esa fría noche, mientras busca su refugio,
su mano afirma el ala, del sucio y viejo sombrero.
Y ya al despuntar el alba sigue guiando al rebaño
por las inmensas pampas, hasta que surge el lucero.
El camino va aclarando y con piernas afirmadas,
apura brioso el tranco, con destino al matadero.
En esa vida ambulante arreará muchas reses,
con algún amor de paso, al transitar el sendero.
Hasta que al fin la muerte, como a un toro retobado,
lo piale fiero en su lazo, al bravo gaucho resero.
Me gusta, yo casi criada en el campo, siento el acerca.iento al arriero, diria con respeto, a mi libro,
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