En ese atardecer de invierno, estaba junto a la baranda en lo alto del puente, escuchando el murmullo que allá abajo provocaba el desplazamiento de las aguas transparentes y heladas del arroyo. Se encontraba en un estado de completa depresión y su mente desvariaba, decidido a suicidarse.
No había ni un alma en los alrededores y envuelto en ese delirio que lo aquejaba, se aferró a la baranda, pero cuando cerró los ojos para arrojarse, se acercó un individuo vestido como él y se paró a su lado. En medio de su sorpresa, trató disimuladamente de reconocer quien era, pero aún no había terminado de volverse, cuando vio que el hombre se precipitaba al vacío.
Al asomarse por la baranda, observó que su cuerpo destrozado estaba mirándolo apaciblemente desde las aguas del arroyo, pero al distinguir su rostro quedó paralizado, porque la imagen era la de su propio cuerpo. Envuelto en ese misterio, se incrementó aún más el trastorno y la excitación en que se hallaban poseídos sus sentidos.
Entonces, cerró los ojos, tratando de comprender las situaciones y las extrañas circunstancias relacionadas de todo aquello. Fue allí, cuando de pronto, como si fuera una pesadilla siniestra, al abrir nuevamente los ojos comenzó a percibir claramente a su lado el murmullo de las aguas del arroyo. Y entre esas rumorosas aguas transparentes y heladas, fue sintiendo como poco a poco se iba enfriando lentamente la sangre de su cuerpo destrozado.
Finalista VI Concurso de Cuentos breves. Literatura fantástica.
Incluido en el libro Despertares.
Creatividad Literaria. España. Enero 2022.
No hay comentarios:
Publicar un comentario