Cuando todos los días iba caminando hacia el trabajo
por una calle de mi barrio, un niño me sacaba la lengua, burlándose desde la
ventana de su casa. Un día, para hacer una pequeña travesura, también yo le saqué
la lengua, y ante mi sorpresa, el niño me gritó furioso, muy enojado por mi
actitud. Entonces, cuando me acerqué sonriendo para calmarlo, me dijo que yo lo había hecho con mala intención, y que él nunca
había querido ofenderme.
Finalista III Concurso de minicuentos Cosas pequeñas.
Incluido en el libro Silencios.
Mundo Escritura. España. Octubre 2017.
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