Unas cuadernas
de madera hincadas en la arena de la playa frente al astillero, se encuentran posando
ante los ojos amorosos del mar. Pronto va a llegar la hora en que nazca la nueva
barca pesquera, mientras el mar, con sus burbujas, la está esperando ansioso
para mecerla entre sus olas. Luego de complementarlas con mucha madera, estopa,
calafateo, la afilada garlopa y pintura, mediante un arduo trabajo en el
astillero, la barca es botada en el mar y emerge reluciente a la vida,
guardando en sus espacios libres las redes, anzuelos y arpones.
Su
inocente impulso inicial es bogar, gozando de los incipientes mimos del mar, en
pos del sol que otea en el horizonte. Una
brisa salina suave y vaporosa la acompañan, mientras unas bandadas de
pececillos que zigzaguean al unísono en el agua, son apresados por las redes de
arrastre. Y luego de compartir muy feliz durante el día las caricias de amor
con el mar, al amortiguarse los rayos del sol en el ocaso, la barca retorna a
puerto con su fresca carga.
Pero en el transcurrir rutinario de su vida no todo
es amor platónico. Durante las tormentas el mar se excita, viendo como la barca
asoma su cuerpo por popa y se zambulle hacia babor, retorciéndose y arqueándose
con fervor. En ese frenesí, la barca y el mar se aman con pasión,
acariciándose o refregándose intermitentemente, en un dulce o enérgico forcejeo.
Hasta que por fin, el mar gozante, eyacula sobre el casco de la barca, las
burbujas escamosas de sus rompientes.
Pero el tiempo feliz de la vida de la barca no es eterno y se extingue inexorablemente.
Y con el devenir de los años, la barca ya avejentada, navega en el camino de su
último regreso con su carga de peces y algas. Ella lleva
dentro de sí el amor del mar, y las gaviotas la besan al llegar ya casi al
anochecer. Y finalmente, al quedar varada en el puerto, la vieja barca pesquera
descansa tranquila, aferrada a la orilla. Está envuelta en sus recuerdos, pero
ya sin sueños, en la triste espera de su muerte.
Y mientras se
acerca el fin de la barca, el mar eterno, insaciable e infiel, mira con amor
hacia el astillero, donde posan nuevas cuadernas de madera, hincadas en la
arena de la playa.
Seleccionado Concurso de Relatos del mar.
Incluido en el libro: De testigo el mar.
Asociación Letras con Arte. España. Octubre 2018.